SINÓPSIS |
Nos encontramos en el desierto del Serengeti donde Panja, es el “rey león” de la jungla. Respetado y admirado por los demás animales de la selva que acatan sus sabias órdenes sin réplica alguna, recibirá la buena nueva del futuro nacimiento de su hijo.
Panja, que es un ejemplar muy especial de león al ser blanco, es acosado por dos cazadores mercenarios que han sido contratados por un personaje adinerado para acometer su captura. Pero, en una muestra de habilidad felina, en la que se incluyen cabriolas imposibles o manejo de armas de fuego mediante la ayuda del reino vegetal, logrará frustrar sus planes haciéndoles huir y liberando a todos las especies del reino animal que hasta la fecha habían sido presa fácil de los malhechores.
Sin embargo, el haber tenido tan cerca su tan codiciado trofeo les ha dejado todavía con ganas de más guerra. Así pues, el burgués que les contrató les dedica una calurosa reprimenda y les insta a capturar a Panja sin más dilación. Éste, que intenta ahuyentarles de la zona, les ataca y los cazadores, escondidos dentro una cabaña, a primera vista, prefabricada, urden un plan maquiavélico. Graban los rugidos de Panja para poder atraer a una trampa mortal a su adorada esposa, Elayna.
Panja no tiene opción y decide ir a rescatar a su compañera, aún sabiendo que es entrar en la boca del lobo. Durante la operación de rescate, Panja es abatido por uno de los maléficos furtivos y Elayna, embarazada todavía, también. Eso hará que Kimba, el bebé león nazca en el barco que les transporta hacia el mundo desconocido de la civilización. No obstante, Elayna no está dispuesta a ver crecer a su pequeño en cautividad y le cuenta la trágica historia a Kimba.
Después de quedar abatido ante tal desdicha, decide escapar del barco a través de un ojo de buey tan rápidamente como puede, pues se avecina una tormenta que podría causar estragos al mercante. De hecho, se los causa y, tristemente, su madre también fallece no sin antes hacerle prometer que se convertiría en un honrado regente del reino animal.
Kimba, sólo en el océano, recibirá ayuda de los peces que intentarán, cada uno con su particular estilo, a nadar (escenas que no tienen desperdicio, muestran una imaginación desbordante). Finalmente, Kimba, siguiendo una estela de mariposas, y una visión de su madre animándole, le conducirán a tierra firme. |