por Ronyn » Dom Dic 24, 2006 1:02 pm
Es la primera película Coreana que he visto, y lo único que puedo decir es que es una obra maestra
[spoiler]La película comienza con un toque de humor, pero que ha medida que pasan unos minutos la película vuelve a lo que es un thriller muy serio y angustioso.
Esta película nos muestra a un hombre que es encerrado sin motivo aparente durante 15 años, en una habitación con una televisión, allí el protagonista descubre a través de la televisión como su familia y todo lo que amaba era destruido, además de que culpaban a el de la muerte de su mujer, de ahí el protagonista desarrolla una lucha mental y física para no volverse loco, así que lo que hace es entrenarse sin parar, para cuando consiga escaparse, descubrir porque fue encerrado y vengarse de todas las personas que habían destruido su vida.
El personaje esta lleno de matices que las lleva hasta superar los limites del ser humano, tanto dentro como fuera de su encerramiento.
Todos los actores están inmensos, sobre todo Min-sik Choi que a sabido transmitir muy bien el dolor y sufrimiento que el protagonista padece en toda la película , el guión es excelente con unos diálogos buenísimos, fotografía y situaciones angustiosas para el estomago.
Una historia buenísima y original a la vez, intrigante hasta el final, donde se descubre el gran secreto de la historia del porque es encerrado el protagonista y el porque de todo este juego, después de haber salido.
Tiene escenas buenísimas, como la lucha en el pasillo con una cámara filmando en el lateral del pasillo, como si se tratara de un videojuego de lucha de los 90', aunque parezca poco real que gane una pelea contra 20 tíos y encima en un pasillo.
También es muy buena la escena del final, cuando suplica al malo de todas las formas posibles, amenazándole, arrodillándose a el, humillándose a si mismo y como ve que no lo consigue, se corta la lengua con unas tijeras, para que no ordene, de que su hija y amante, no abra la caja y descubra la verdad sobre su amado Dae-Su.[/spoiler]
Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo