Ángeles de manos negras

Whistle es un niño huérfano, criado en un entorno inadecuado para un niño en ciernes y un ladrón. Un turbio abogado, cómplice de ladrones y vallas, le encomienda a Nino, el líder de una banda que prepara un golpe especialmente valioso. El día señalado, Whistle y Bebè, acompañados de Nino que se hace pasar por patrón, deben presentarse en la casa de la condesa Barenghi como deshollinadores, pero Whistle se lesiona gravemente al caer de la chimenea y envía el golpe río arriba. Anna, que ha perdido a un hijo pequeño y ha comenzado a encariñarse con el niño, se hace pasar por su madre para llevárselo pero el médico, llamado por la condesa, le prohíbe moverse. Los dos viven así unos días en esa extraña casa, durante los cuales se apegan el uno al otro. Mientras tanto, Nino, sintiéndose abandonado, ha encontrado en Mary un nuevo amante, un malo que lo sigue en el plan de golpe pero que, en un intento de apoderarse de los bienes robados, lo denuncia a la policía. Nino logra volverse ilocalizable después de esconder el botín en la casa de Anna quien, sin saber nada, regresa unos días después con Whistle y donde la policía termina encontrándolo. Anna es obviamente arrestada mientras Silbato (que mientras tanto lo hizo bautizar dándole el nombre de Paolo, el de su hijo desaparecido), termina en un internado a expensas de la condesa, quien cree en la inocencia de la mujer y también paga los gastos de un abogado. Con el apoyo de Don Pietro y el mismo abogado, Anna reacciona con firmeza para demostrar su inocencia, lo que solo sucederá con la detención de Nino.

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